02 agosto, 2009

Milagritos

Milagritos la llamaron y no sabía que había venido al mundo con una misión. Salvar a algunos humanos de su estupidez crónica. Lo fue entendiendo con el tiempo, cuando empezó a observar con una afilada mirada a los seres que convivían con ella en un plantea llamado tierra.

El primer recuerdo que tiene, el mas antiguo, es una reunión familiar en la casa de un tío. No se acuerda bien que pasó. Pero es su recuerdo mas preciado. Tal vez por ser el primero. Pero tal vez no. Tal vez el no acordarse de nada en concreto la liberaba de obligaciones y de la dura tarea de emitir juicios.

Ya el segundo recuerdo es mas doloroso. A los 6 años de edad vio como la madre robaba ropa de una tienda. Comprendió que estaba mal, desde el mismísimo momento en que las alarmas empezaron a sonar y los guardias la controlaban violentamente, contra el suelo. Sangre.

Como en los experimentos de Pavlov con los animales, cada vez que una alarma sonaba Milagritos corría. Acción. Reacción. Dicen que cuando su madre cumplió la condena por robo, salió de la cárcel para su casa a encontrarse con Milagritos. Cuando llegó a la puerta, no pudo hacerlo. Vaya a saber uno porque, pero se fue. Se alejo de la casa, en silencio. Y se alejo mas. Y mas. Nunca se comprendió. Nunca mas nadie la vio.

Sus años de escuela fueron raros. Cada vez que la campanilla avisaba las entradas, los recreos o la salida, Milagritos, corría. La mayoría de las veces dentro mismo de la escuela, pero otra veces lograba escapar de los guardias que especialmente la controlaban y se encontraba en la calle, asustada y confundida.

Sus compañeritos fueron alertados de los posibles comportamientos fuera de lugar de la niña. Eso la separaba del resto. De todas maneras no hubiera hecho amigos. Milagritos genero por ese entonces, una pequeña molestia hacia la raza humana.

Mas después del incidente con su padre. Milagritos salió de la escuela una tarde. Transpirada y nerviosa como casi siempre. Su padre la esperaba en la puerta del coche. Un auto patrullero bien cuidado. La miro, le sonrió y obedeciendo a los oficiales, subió a la parte de atrás del móvil, esposado y con serios machucones en su cara. Nunca mas lo volvió a ver.

Ya mas grande y viviendo con su abuela, Milagritos comenzó a interesarse por los cuchillos. Los admiraba, los cuidaba. Se veía reflejada en su brillo. Radiante. Deforme. Al poco tiempo su anciana abuela murió de inanición. Una lastima. Milagritos estaba sola por primera vez. 14 años. Una casa solitaria. Una madre desaparecida. Un padre preso y una abuela pudriéndose bajo tierra.

Recordó por enésima vez la reunión en lo de su tío. Ella sabía que si se esmeraba, alguna escena o situación, alguna cara, aparecería en su mente. Pero prefirió no saber mas nada de su familia.

Vendió la casa en una cifra record, para una niña de 14 años. También fue una cifra record para el comprador. Un oportunista de poca monta que nunca olvidaría a Milagritos. Con ese dinero, Milagritos se fue al campo. Se dirigió a una casa perdida y le contó al casero su vida.

El casero un hombre adusto y solitario, la sumo a su numerosa familia. La Adoptó. También adoptó su dinero con el que puso un Bar. Milagritos trabajaba todo el día. Y los años pasaron y el trabajo del Bar se hizo mas pesado. Los parroquianos la molestaban. Sus hermanastros la odiaban. Se burlaban de ella, todo el tiempo. De sus corridas inesperadas. De su miedo a los patrulleros. De su inocencia.

Milagritos coleccionaba cuchillos. De todo tipo. Su pasión se transformo definitivamente en su obsesión.

Ya con 18 conoció a un chico encantador. Fue amor a primera vista. Se citaban a escondidas. Y Milagritos conoció el amor. Pero fue por poco tiempo. La Cobra que Israel encantaba, lo pico mortalmente. Lo enterraron ahí mismo, juntó al dolor de Milagritos, que se vio llorando por primera vez. Cuando miro sus manos mojadas por las lagrimas, se dio cuenta que nunca había llorado.

Ni cuando su madre fue violentamente detenida. Ni cuando su padre la despidió sin mas, en la puerta de la escuela. Ni cuando dejo morir a su abuela. A la que tanto cuidaba y quería. Ese dolor enterrado dio paso al odio.

Milagritos cumplió 19. Y empezó la carnicería. Justo detrás del Bar. Un 16 de Julio. Milagritos inauguro lo que sería la carnicería mas famosa del pueblo. Un estupendo local de cincuenta metros cuadrados. Blancos azulejos. Olor a limpio. Olor a muerte.

Hombre, mujeres, niños y hasta diferentes tipos de animales iban a parar a la carnicería. Algunos por curiosidad. Otros para comprar la carne que con tanto esmero y calidad cortaba Milagritos. Como si hubiese nacido para eso. No tenía sierra. Solo cuchillos.

7 comentarios:

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opa!! volvió la famosa pluma!!
ahorita mismo estoy muy de la mente para leerlo, pero la próxima... sin falta........ (medio largo)

besos y abrazos

lascabecitas dijo...

Menos de lo que parece; Al final veras que es un tiempo bien invertido. Por lo de al reves. Gracias GLS.

Anónimo dijo...

hacia meses que no entraba y la parte de la cobra ja muy bueno es como luna de hiel al salir del taxi
gracias bro
jf

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muy bueno... me gustó mucho... en serio. redondito.

(como crítico literario me moriría de hambre)

lascabecitas dijo...

bueno gusta, pero sos barato. usas poco espacio.

Libro: Blbalbla
Editorial: Sasabersa 2006
Crítica a cargo de G.Lorenzo:

Muy buen libro. Tiene de todo.

Gracias y hasta el número que viene :)

lascabecitas dijo...

que conecta hiciste (jonno) entre la parte de la cobra y la del taxi en PLdH ?¿? rara pero nice!

gusta dijo...

"sencillito pero vistoso"
(diría el sereno de una conocida imprenta capitalina)